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Océanos de información: rastreando la pesca ilegal en más de 362 millones de kilómetros cuadrados

Septiembre de 2018

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Colaboramos con SkyTruth y Oceana para crear la plataforma Global Fishing Watch.

En junio de 2015, se vio a un barco pesquero en el Área Protegida de las Islas Fénix de Kiribati (PIPA), una nación insular dispersa en más de un millón de millas cuadradas del Pacífico. El gobierno envió una embarcación de control desde la capital en un viaje de cuatro días para investigar la región remota.

PIPA, el sitio marino más grande del mundo designado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, recientemente había pasado a ser una zona protegida donde está totalmente prohibida la pesca, justo en el centro de algunas de las aguas de atún comercial más fértiles del mundo. Sin embargo, cuando los habitantes de Kiribati llegaron al barco, el capitán del buque comercial multimillonario negó estar pescando e invitó a llevar a su empresa a los tribunales, creyendo que Kiribati no tenía ni la evidencia ni los recursos para presentar una denuncia.

Estaba equivocado. Luego de ser escoltado de vuelta al puerto, al capitán se le mostró un registro de los movimientos de su embarcación. Al ver los patrones distintivos de su barco, decidió rápidamente llegar a un acuerdo.

El movimiento de una embarcación en Global Fishing Watch.

Los océanos son grandes. Ocupan 362 millones de kilómetros cuadrados, o alrededor del 71% de la superficie de la Tierra, de los cuales se ha explorado menos del 5%. Cientos de millones de personas dependen de los océanos para vivir; para más de mil millones, la pesca es su fuente principal de nutrición. Sin embargo, en la actualidad, la población mundial de peces se ve amenazada por la pesca ilegal, el exceso de pesca y la destrucción de hábitats. Alarmantemente, se redujo la población de ciertas especies hasta en un 90%. Lo peor del caso es que, hasta hace muy poco, la inmensidad de los océanos hacía muy difícil medir gran parte de esta actividad perjudicial y mucho menos hacer algo al respecto.

En la década de 1990, los grandes barcos comenzaron a usar una tecnología llamada Sistema de Identificación Automática (AIS), un protocolo de GPS para embarcaciones de alta mar, como mecanismo de seguridad para que las demás embarcaciones del área conocieran su ubicación. Para el año 2013, ya se requería en EE.UU. y la Unión Europea que más embarcaciones comerciales contaran con el AIS, y los satélites comenzaron a recopilar las señales enviadas por el sistema desde el océano abierto. Había hasta una antena en la Estación Espacial Internacional. En poco menos de una década, aumentó de cero a 250,000 la cantidad de barcos cuyos movimientos en alta mar podían monitorearse abiertamente.

A fines de 2013, SkyTruth, una organización sin fines de lucro dedicada al monitoreo ambiental basado en satélites, asistió a la reunión anual Geo for Good User Summit para colaborar con Google en la identificación de sitios de fracking o quema de gas natural. Durante las reuniones con Brian Sullivan, administrador del programa Google Earth Solidario, SkyTruth expuso cómo había comenzado a usar los datos de AIS para monitorear las áreas protegidas del océano con un analista a cargo del seguimiento de las embarcaciones y la búsqueda de patrones de pesca. "¡Era un proceso de humanos!", enfatiza Sullivan. El punto era que, si una persona podía descubrir embarcaciones a partir de datos de una área pequeña, tal vez los algoritmos de aprendizaje automático que se ejecutaban en la escala de Google podrían identificar a cada barco pesquero en el océano en tiempo real.

Históricamente, las flotas pesqueras operan con poca transparencia: casi siempre a escondidas y, por lo tanto, sin supervisión. Ahora, existía la oportunidad de crear la primera visualización pública en tiempo y espacio de los barcos pesqueros más grandes. Un equipo técnico de SkyTruth, junto a Google, comenzó a colaborar para crear el primer prototipo conceptual. Luego, con la incorporación de Oceana, la organización sin fines de lucro más grande del mundo dedicada exclusivamente a los océanos, los tres socios transformaron el concepto en la plataforma Global Fishing Watch (GFW).

El sistema comienza con los datos de AIS sin procesar: latitud, longitud, velocidad, dirección e identidad del barco. El primer paso es filtrar los errores. "Si el barco transmite datos en tierra firme", destaca Sullivan fríamente, "quiere decir que algo anduvo mal". El siguiente paso es interpretar esa información. El equipo clasificó manualmente miles de seguimientos de embarcaciones para "enseñarle" a los algoritmos de aprendizaje automático a reconocer patrones de pesca. Cada tipo de embarcación (buques de carga, remolcadores, palangreros, barcos de pesca de arrastre) se mueve de una forma determinada. ¿A qué velocidad navega? ¿Con qué frecuencia cambia de dirección? ¿Qué profundidad tiene el agua? ¿Hay otros barcos cerca? ¿Aparece el barco en los registros públicos de embarcaciones pesqueras? Todos estos factores participan en modelos que asignan a cada dato una probabilidad de pesca. Por último, la infraestructura de la nube de Google le permite al equipo ejecutar el modelo en miles de millones de posiciones de embarcaciones, y crea un mapa público interactivo disponible para el mundo.

Global Fishing Watch presentó su primer prototipo en noviembre de 2014 y, en septiembre de 2016, fue lanzado oficialmente durante la conferencia Our Oceans del Departamento de Estado de los Estados Unidos. En ese momento, surgió la pregunta que aún hoy persiste: ahora que periodistas, gobiernos y ciudadanos pueden ver por sí mismos dónde se da la pesca, ¿cambiará? ¿Puede Global Fishing Watch disuadir la actividad ilegal lucrativa?

Los incentivos financieros traen optimismo. La información detallada sobre la pesca, cuando estaba disponible, solía ser tan costosa que los países que más la necesitaban no podían costearla. Hacer que Global Fishing Watch sea exhaustivo y accesible a nivel mundial está fomentando la cooperación internacional. El acuerdo al que Kiribati finalmente llegó con el pescador comercial fue de 2.2 millones de dólares, una cantidad que podría no sonar tan grande, pero de hecho representó alrededor del 1% del PBI del país. "Y aún más importante", dice Sullivan, "demostró a la industria pesquera que la zona remota estaba siendo monitoreada".

Cada vez que muestro a las personas el mapa en tiempo real, me revelan algo que desconocía... en tan solo 5 segundos se pueden contar historias que jamás hubieran podido contarse antes.Brian Sullivan

Indonesia, país con una de las economías pesqueras más grandes del mundo, acordó recientemente hacer público su sistema de seguimiento exclusivo a través de la plataforma GFW, estableciendo así un modelo innovador que ha suscitado el interés de otros países. Además, alrededor de 60 países participan en el Acuerdo de Medidas del Estado Rector del Puerto, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, un marco de colaboración promulgado este año que permite a los puertos de los países miembros rechazar cualquier embarcación sospechosa de realizar pesca ilegal.

Pero no se trata solo de castigar comportamientos indebidos; recompensar el buen comportamiento es igual de importante. Global Fishing Watch está colaborando con Bali Seafood, el mayor exportador de pargo de Indonesia a los Estados Unidos, en el programa piloto más grande del país para rastrear embarcaciones de pequeña escala. La demanda internacional de productos sostenibles es tan fuerte que la empresa considera que la transparencia le brinda una ventaja comercial. De manera similar, Trace Register, una empresa de cadena de suministro digital de productos del mar, se ha comprometido a utilizar GFW para verificar la documentación de capturas para clientes como Whole Foods.

Estos son importantes pasos, pero la imagen de la pesca a nivel mundial sigue siendo peligrosamente incompleta. GFW está colaborando con instituciones de investigación para estudiar si los subsidios afectan los lugares donde los países pescan y cómo factores ambientales como las temperaturas oceánicas y El Niño influyen en la ubicación real de los peces. "Cada vez que muestro el mapa en tiempo real a alguien, me revelan algo que desconocía", dice Sullivan. "Expertos geopolíticos me explican por qué esos barcos se están alineando alrededor de las Falkland. Un oceanógrafo dirá, 'No hay pesca aquí, el agua está demasiado cálida, pero justo al oeste verás la mitad del atún del mundo'. GFW tiene miles de millones de centros de datos, pero en 5 segundos se pueden contar historias que nunca antes se habían contado." Lo que hagamos con esas historias determinará si podemos restaurar las pesquerías del mundo para seguir alimentando a la humanidad en las generaciones venideras.

globalfishingwatch.org outbound

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